Rosagrís cogió la pequeña bolsa de lino que le había tejido Lapitira. Dentro de la bolsa guardó un pedazo de pan tierno, un trozo de queso y una manzana madura. Después cerró la bolsa y respiró profundamente.
Unos días antes Lapitia le había hablado de la escuela. Era un lugar desconocido, lleno de libros y de otros niños y niñas como ella. Parecía un sitio bonito, plagado de muchas cosas por descubrir. Sin embargo, Rosagrís sentía la presencia de un temor en su corazón de nieve cálida: ella, la pequeña y pálida Rosagrís, jamás había visto un niño o una niña. Ella misma era la única niña que conocía. ¿Tendrían todos los niños el pelo gris como ella? ¿Todos vivirían con una bruja vestida de rojo? ¿Todos llevarían a la escuela una pequeña bolsa de lino?
lunes, 9 de mayo de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)