martes, 9 de agosto de 2011

El señor Roberts

    El señor Roberts tenía una barba muy blanca. Era tan blanca que, cuando salía el sol, brillaba y su brillo quemaba los ojos de quien la miraba. Por eso el señor Roberts sólo se afeitaba la barba en verano. El resto del año se la dejaba crecer y, en primavera llegaba a ser larga y espesa. Los niños se entretenían colocando flores en la barba del señor Roberts. El hombre no se enfadaba por ello. Todo lo contrario: le divertía. 
    El señor Roberts se reía mucho y eso gustaba a los niños del pueblo. Por eso todos eran amigos del señor Roberts. Sin embargo, nadie sabía si este hombre barbudo había tenido infancia. Nadie sabía nada de su niñez porque el señor Roberts había llegado al pueblo con quince años. Habían pasado cincuenta años desde su llegada y seguía sin desvelar el misterio de sus orígenes. 
    Sin embargo, hubo una niña que tuvo la suerte de conocer el misterio del señor Roberts: la pequeña Mary Anne.